Desesperación y abandono en Alfafar tras el paso devastador de la DANA
En el municipio valenciano de Alfafar, la desesperación ha alcanzado niveles insostenibles tras la catástrofe causada por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que ha arrasado la provincia de Valencia. Los estragos causados por el fenómeno meteorológico extremo han dejado un saldo de al menos 160 víctimas mortales, un número todavía indeterminado de desaparecidos y comunidades enteras aisladas y sin acceso a recursos básicos. En este contexto, el alcalde de Alfafar, Juan Ramón Adsuara, ha lanzado un mensaje desesperado al gobierno y a las autoridades competentes.
“Hay gente que está conviviendo con cadáveres en sus casas”, ha declarado Adsuara con voz quebrada en una entrevista a À Punt, describiendo un escenario de horror que ha sumido a los 20,000 habitantes de la localidad en la impotencia y el miedo. Los residentes se han visto obligados a tomar medidas extremas, incluyendo el saqueo de un supermercado para repartir alimentos y agua, dado que la ayuda no ha llegado pese a las reiteradas solicitudes de apoyo.
El alcalde subrayó que la presencia de bomberos, la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias (UME) brilla por su ausencia. “No hemos visto un camión de bomberos, ni a la Guardia Civil, ni a la UME en días. Aquí no viene nadie”, denunció, dejando en evidencia una preocupante falta de respuesta por parte de los servicios de emergencia. Adsuara pidió ayuda urgente antes de que la situación degenere en una crisis aún más grave.
Una población en estado crítico y sin recursos
El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, ha solicitado al Ejército que intervenga para organizar los esfuerzos de rescate y la logística en las áreas más afectadas. Sin embargo, las medidas parecen no llegar a tiempo para una población que se enfrenta a la escasez total de agua potable, alimentos y energía. Las calles, aún inundadas y llenas de escombros, dificultan la llegada de suministros, y los residentes están usando tractores y maquinaria propia para limpiar las vías y mantener una mínima operatividad.
La situación no es menos dramática en otros municipios cercanos como Chiva, ubicado a 46 kilómetros de Alfafar. Allí, el panorama es desolador: “No hay agua, no hay luz, no hay gas, apenas tenemos cobertura en los móviles para estar informados y los supermercados están sin existencias. Esto es horroroso”, relató Begoña Navarro, vecina de Chiva, a la agencia EFE. La localidad ha batido un récord histórico de acumulación de agua: 491 litros por metro cuadrado en apenas ocho horas, una cantidad que suele caer en un año entero.
Vidas salvadas por milagros y solidaridad vecinal
El caos provocado por el desbordamiento del barranco de Chiva ha llevado a rescates heroicos. Begoña Navarro cuenta cómo el suegro de su hermano sobrevivió de milagro cuando el agua se llevó la mitad de su casa: “Se salvó porque su mujer le sujetó con el cable de la televisión; ya tenía el barranco a los pies”, recuerda conmovida. Los vecinos se han unido en estos momentos críticos para ayudar y salvar vidas, una solidaridad que se ha convertido en el único apoyo de la comunidad.
En Alfafar, los edificios afectados también están siendo evaluados por ingenieros para descartar riesgos estructurales. El hermano de Navarro y su familia han sido desalojados junto con otras decenas de personas. “Hay gente que ha podido dormir en casas de familiares y otras han sido realojadas en el CEIP Martínez Culla”, explicó, detallando la situación de incertidumbre en la que viven las familias.
Saqueos y organización vecinal: una sociedad al borde del colapso
La falta de recursos ha llevado a algunos vecinos a protagonizar saqueos para sobrevivir. “Hemos tenido que vaciar un supermercado y repartir comida entre la población”, admitió el alcalde Adsuara, quien también explicó que los residentes han optado por ir en furgonetas propias hasta Valencia para comprar suministros. “Se nos está acabando todo”, advirtió, evidenciando la fragilidad de una situación que podría derivar en el caos total si no llega ayuda rápidamente.
El panorama es alarmante: sin acceso a agua potable y con los supermercados vacíos, el riesgo de brotes de enfermedades y conflictos sociales crece con cada hora que pasa sin asistencia. Adsuara implora ayuda mientras la comunidad resiste con sus propios medios, enfrentando una catástrofe que ya ha dejado una huella imborrable en la región.