Las emociones ocultas a menudo alimentan las adicciones. ¿Qué relación hay entre estos dos mundos?
En la actualidad, la relación entre las adicciones y los factores emocionales está captando la atención de expertos en salud mental y sociedad en general. Durante años, se ha discutido el vínculo entre los trastornos emocionales y el desarrollo de diferentes tipos de adicciones, desde el abuso de sustancias hasta las conductas compulsivas como el juego, el uso desmedido de tecnología y la alimentación desordenada. A medida que la ciencia avanza, este nexo parece volverse más complejo y profundo, sugiriendo que los problemas emocionales no resueltos pueden ser un motor clave detrás de muchos comportamientos adictivos.
Un reciente estudio llevado a cabo por un equipo de psicólogos y neurocientíficos de diversas universidades internacionales ha señalado que las adicciones no son únicamente el resultado de la búsqueda de placer o la evasión del dolor físico. De hecho, muchos de los comportamientos adictivos surgen en respuesta a emociones subyacentes como la ansiedad, la tristeza, el miedo o la ira. Estos sentimientos, cuando no se procesan adecuadamente, pueden crear un vacío emocional que las personas intentan llenar a través de comportamientos repetitivos y destructivos.
El papel del trauma y la vulnerabilidad emocional
La evidencia sugiere que las personas con antecedentes de trauma emocional, como abuso infantil, pérdida de seres queridos o violencia doméstica, son significativamente más propensas a desarrollar algún tipo de adicción. La adicción, en estos casos, se convierte en una especie de refugio para mitigar el dolor emocional. El psiquiatra Dr. Gabor Maté, conocido por sus investigaciones sobre adicciones y trauma, sostiene que “no todas las personas con trauma desarrollan adicciones, pero prácticamente todas las personas con adicciones han experimentado un trauma emocional”.
Además, el estrés emocional crónico, ya sea por presiones sociales, laborales o familiares, también puede contribuir al desarrollo de patrones de comportamiento adictivos. Las emociones que no se gestionan correctamente pueden convertirse en una especie de bomba de tiempo. En lugar de confrontarlas, muchas personas recurren a la evasión mediante el uso de sustancias o conductas compulsivas, creyendo que podrán aliviar su malestar, aunque sea de forma temporal.
Los mecanismos cerebrales en juego
Desde el punto de vista neurobiológico, las adicciones están intrínsecamente ligadas al sistema de recompensa del cerebro, que regula la dopamina, una sustancia química clave en la sensación de placer. Las emociones fuertes, como el estrés o la tristeza, pueden alterar el equilibrio químico del cerebro, empujando a las personas a buscar comportamientos que eleven los niveles de dopamina rápidamente. Sin embargo, estos comportamientos, que al principio pueden generar una sensación de alivio o satisfacción momentánea, acaban agravando el malestar emocional a largo plazo.
El Dr. Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA) de Estados Unidos, señala que “la relación entre la emoción y la adicción es bi-direccional: la adicción altera el cerebro emocional y el malestar emocional lleva a la adicción, en un círculo vicioso difícil de romper”.
El vacío emocional y su búsqueda de alivio
Muchos adictos describen una sensación de vacío interno que intentan llenar con sus comportamientos compulsivos. Esta falta de plenitud emocional suele estar relacionada con una desconexión interna, donde el individuo se siente incapaz de enfrentarse a sus propios sentimientos o carece de herramientas para hacerlo de manera efectiva. En lugar de lidiar con estas emociones, buscan cualquier medio de escape, desde el alcohol hasta las compras impulsivas.
El psiquiatra español Enrique Rojas explica que “las adicciones surgen a menudo de la incapacidad de gestionar el sufrimiento y las emociones negativas. En lugar de afrontarlas, las personas caen en conductas que creen que los van a alejar de ese malestar, pero solo los hunden más”.
Hacia una mayor comprensión y tratamiento
Para abordar esta compleja relación entre emociones y adicciones, los especialistas en salud mental abogan por un enfoque terapéutico que incluya tanto la intervención en la adicción como el tratamiento de los problemas emocionales subyacentes. Las terapias basadas en la atención plena, la terapia cognitivo-conductual (TCC) y el trabajo sobre traumas no resueltos han mostrado resultados prometedores en el tratamiento conjunto de estos dos problemas.
Es crucial que se comience a reconocer que la adicción no es solo un problema de autocontrol o una falta de voluntad. En muchos casos, es una forma de lidiar con dolores emocionales profundos que han sido ignorados o no tratados durante mucho tiempo. Sin un abordaje integral, que incluya tanto la dimensión emocional como la adictiva, es difícil que el tratamiento sea exitoso a largo plazo.
El camino hacia la sanación emocional
La prevención de las adicciones también debe centrarse en fortalecer la inteligencia emocional y en proporcionar herramientas para gestionar el estrés y las emociones difíciles desde una edad temprana. La educación emocional en las escuelas y en el ámbito familiar puede ser una pieza clave en la reducción del riesgo de caer en conductas adictivas en el futuro.
Finalmente, es fundamental que como sociedad, dejemos de ver las adicciones únicamente como un problema individual y empecemos a abordarlas desde una perspectiva más amplia, donde lo emocional juegue un rol central. Solo de esta manera, podremos empezar a desentrañar los complejos mecanismos que llevan a la adicción y a diseñar estrategias más efectivas para su prevención y tratamiento.