“El Chapo” Guzmán: El Carismático Líder del Narco que Transformó Puente Grande

En 1995, Joaquín “El Chapo” Guzmán, entonces líder del Cártel de Sinaloa, fue trasladado al Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) No. 2, conocido popularmente como Puente Grande. Este hecho, lejos de ser solo un cambio de ubicación para uno de los narcotraficantes más notorios de México, trajo consigo una serie de transformaciones que beneficiaron tanto a prisioneros como a oficiales del penal.

El Narcotraficante Benefactor

A pesar de su infame reputación como uno de los criminales más peligrosos de México, Guzmán Loera se ganó rápidamente el respeto y la admiración de la población carcelaria. Según el periodista Jesús Lemus en su libro “Los Malditos: Crónica negra desde Puente Grande”, la llegada de “El Chapo” marcó un cambio significativo en la vida cotidiana de los reclusos. Aquellos encarcelados por delitos graves comenzaron a disfrutar de fiestas, comidas exquisitas y privilegios anteriormente inimaginables.

Generosidad Desmedida

Noé “El Gato” Hernández, uno de los reclusos, relató a Lemus cómo Guzmán Loera ayudaba económicamente a quien lo necesitara, ganándose así la confianza y el respeto tanto de prisioneros como de directivos. Guzmán no solo facilitaba la comunicación con familiares y costeaba atenciones médicas, sino que incluso pagaba partos de esposas e hijas de los presos.

“Yo supe que El Chapito ayudó a muchos con operaciones, no solo de ellos, sino de sus familias. Pagaba contento los partos de las esposas o las hijas de los que estaban aquí”, declaró Hernández.

Educación y Solidaridad

Otro aspecto que destacó fue el apoyo educativo. Según Lemus, “El Chapo” otorgaba becas mensuales a los hijos de los reclusos para cubrir gastos de libros, uniformes y zapatos. Aproximadamente 300 presos de los más pobres recibían esta ayuda, independientemente de su afiliación a otros cárteles.

“A todos los niños de los que se lo pedían les mandaba cada mes una beca para comprar libros, uniformes o zapatos… decía que allá afuera eran cosas de negocios, pero aquí todos éramos como hermanos, que debíamos ayudarnos unos a otros”, narró Hernández.

Corrupción y Control

El alcance de Guzmán Loera no se limitaba a sus compañeros de celda. “El Gato” también reveló que Guzmán brindaba apoyo económico a oficiales, doctores, enfermeras, cocineras, maestras y psicólogas del penal. Por cada favor realizado, Guzmán desembolsaba cinco mil pesos, consolidando así su control y asegurando un trato favorable dentro del centro penitenciario.

Fin de una Era

Tras dos fugas y tres capturas, Joaquín “El Chapo” Guzmán fue extraditado a Estados Unidos. En febrero de 2019, fue declarado culpable de 10 cargos por narcotráfico y sentenciado a cadena perpetua más 30 años en la prisión de máxima seguridad ADX Florence, en Colorado. Además, el juez Brian M. Cogan le impuso una multa de 12 mil 600 millones de dólares, reflejando las ganancias estimadas durante su liderazgo en el Cártel de Sinaloa entre 1989 y 2014.

“El día de rendir cuentas de Guzmán Loera finalmente ha llegado. Jamás volverá a derramar su veneno en nuestro país ni hacer millones mientras se pierden vidas inocentes”, declaró Richard B. Donoghue, fiscal federal para el distrito este de Nueva York, el día de la sentencia.

Así, la figura de “El Chapo” Guzmán permanece en la memoria colectiva no solo como un capo temido, sino también como un benefactor inesperado dentro de los muros de Puente Grande.

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