En un giro sorprendente de los acontecimientos, el más reciente libro de la reconocida periodista Anabel Hernández ha puesto al descubierto una conexión alarmante entre los hijos del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el infame grupo criminal conocido como Los Chapitos, vinculado al Cártel de Sinaloa.
Desde la asunción de López Obrador como presidente en diciembre de 2018, su gestión se ha caracterizado por la lucha contra la corrupción y la promoción de la justicia social. Sin embargo, esta narrativa se ha visto empañada por revelaciones perturbadoras que sugieren una inquietante cercanía entre la familia presidencial y elementos del crimen organizado.
Según los detalles expuestos en el último libro de Hernández, titulado “La historia secreta. AMLO y el Cártel de Sinaloa”, la tensión alcanzó su punto máximo cuando López Obrador se encontró en la desconcertante situación de no saber el paradero de sus hijos mayores, Andrés y José Ramón López Beltrán.
Durante tres días, los hijos del presidente habrían desaparecido sin dejar rastro, generando una angustia sin precedentes en la familia presidencial y sembrando la preocupación en los más altos círculos del poder en México. La incertidumbre llegó a su fin cuando, gracias a un general retirado con vínculos con el Cártel de Sinaloa, se reveló que los jóvenes estaban disfrutando de una fiesta junto a Los Chapitos, en una propiedad ubicada en un remoto poblado a las afueras de Culiacán.
El relato detallado en el libro sugiere que los hijos del presidente no solo estaban presentes en la celebración, sino que también compartían la compañía del líder del grupo criminal, Iván Archivaldo Guzmán Salazar, conocido como “El Chapito”. Este encuentro no solo plantea interrogantes sobre la seguridad de los hijos del presidente, sino también sobre las posibles implicaciones políticas y éticas de esta relación.
La respuesta oficial del gobierno no se ha hecho esperar, con un portavoz del presidente rechazando enérgicamente las acusaciones y calificándolas como “falsas y difamatorias”. Sin embargo, las revelaciones de Hernández han avivado el debate sobre la transparencia y la integridad en la política mexicana, así como sobre las complejas dinámicas de poder que pueden influir en las altas esferas del gobierno.
Mientras tanto, la sociedad mexicana sigue dividida entre aquellos que exigen una investigación exhaustiva y aquellos que ven estas acusaciones como parte de una campaña de desprestigio contra el presidente y su familia. En un momento crucial para el futuro de México, el escándalo desatado por el libro de Anabel Hernández plantea interrogantes que van más allá de la esfera política, abordando cuestiones fundamentales sobre la justicia, la seguridad y la gobernabilidad en el país.