El jefe de Hezbollah, Hassan Nasrallah, murió en un bombardeo sobre la sede del grupo terrorista, en medio de una ofensiva israelí que golpea fuertemente a la organización chiita en Beirut.
En un ataque dirigido este viernes por la Fuerza Aérea de Israel (IAF), el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, fue abatido junto con varios altos mandos de la organización en un bombardeo sobre los cuarteles centrales de la formación en los suburbios de Dahiya, en Beirut. La operación, ejecutada con aviones de combate israelíes, tuvo como objetivo eliminar a los principales líderes del grupo terrorista, cuyas ofensivas contra Israel se intensificaron en las últimas semanas.
Según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), el ataque se centró en un complejo subterráneo utilizado por Hezbollah como su cuartel general. La instalación, ubicada debajo de edificios residenciales en la capital libanesa, albergaba a Nasrallah y otros líderes de la organización, que en ese momento planeaban nuevas operaciones terroristas. El bombardeo, considerado uno de los golpes más duros contra Hezbollah en décadas, fue confirmado por el portavoz militar israelí David Avraham, mientras que la propia organización extremista confirmó la muerte de su jefe horas más tarde.
Este ataque se produce en el contexto de una escalada del conflicto entre Israel y los grupos armados libaneses, que comenzó tras el ataque de Hamas el pasado 7 de octubre en el sur de Israel. Desde entonces, Hezbollah, apoyado por Irán, ha incrementado sus ataques transfronterizos, lo que llevó a Israel a redirigir sus operaciones hacia Líbano. La muerte de Nasrallah es vista como un punto de inflexión en este enfrentamiento, con la promesa de Israel de seguir combatiendo cualquier amenaza terrorista.
El ascenso y liderazgo de Nasrallah
Hassan Nasrallah nació en agosto de 1960 en un barrio empobrecido del este de Beirut. Fue el mayor de nueve hermanos y vivió de cerca los estragos de la guerra civil libanesa, que llevó a su familia de regreso a su pueblo natal en el sur del Líbano. Desde joven, Nasrallah se unió al Movimiento Amal, una organización chiita, donde conoció a quien sería su mentor, Abbas Mousavi.
Su carrera dentro de Hezbollah comenzó con la invasión israelí de 1982, un evento que cambió la dinámica regional. Nasrallah fue uno de los primeros miembros de Hezbollah, organización fundada en 1985 con la ayuda de la Guardia Revolucionaria Iraní. En 1992, tras el asesinato de Mousavi, Nasrallah asumió la dirección de la organización a los 32 años.
Bajo su liderazgo, Hezbollah se consolidó no solo como una fuerza militar, sino también como un actor político dominante en Líbano, ganando escaños en el Parlamento y estableciendo una red de servicios sociales para la comunidad chiita del país. El apoyo financiero y militar de Irán permitió que Hezbollah se fortaleciera y mantuviera una postura de “resistencia” frente a Israel.
El legado de Nasrallah y su relación con Irán
Nasrallah mantuvo estrechos vínculos con Irán a lo largo de su carrera. Fue nombrado representante de Ruhollah Khomeini en Líbano a principios de la década de 1980, y esta relación se mantuvo sólida bajo el liderazgo del actual líder supremo iraní, Alí Khamenei. Estos lazos permitieron a Hezbollah recibir un flujo constante de recursos y apoyo militar.
A pesar de su creciente poder, Nasrallah evitaba aparecer públicamente por temor a ser asesinado por Israel. Su retórica estaba siempre dirigida hacia la “resistencia” contra Israel, describiendo al Estado judío como una “débil telaraña” tras la retirada de las fuerzas israelíes del sur de Líbano en 2000. Sin embargo, sus discursos eran transmitidos regularmente a través de los medios, lo que le permitía mantener su influencia en Líbano y entre los grupos chiitas.
Hezbollah tras la muerte de su líder
La eliminación de Nasrallah deja un vacío significativo en la organización. Su capacidad para sortear diversas crisis, desde la guerra civil siria hasta la crisis económica en Líbano, le permitió consolidar su poder por más de tres décadas. Hezbollah ha evolucionado bajo su liderazgo, pero la actual situación podría marcar un punto de inflexión para el grupo, cuyo poder depende en gran medida de su capacidad de intimidación frente a Israel y de sus relaciones con Irán.
Los ataques israelíes en las últimas semanas han presionado a Hezbollah, que, aunque ha continuado lanzando ofensivas, enfrenta un escenario más incierto tras la pérdida de su líder. El futuro del grupo dependerá de cómo logre reestructurarse y si puede continuar siendo una fuerza influyente en el Líbano sin Nasrallah al frente.
Las Fuerzas de Defensa de Israel, por su parte, han dejado claro que seguirán actuando contra cualquier amenaza a su seguridad, enviando un mensaje contundente a los grupos terroristas que operan en la región.