Reclutamiento forzado en Tierra Caliente alarma a México

07 de mayo de 2025

CJNG y LNFM intensifican captación de jóvenes en Michoacán y Guerrero

El reclutamiento forzado de jóvenes por parte del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y la Nueva Familia Michoacana (LNFM) ha encendido las alarmas en Tierra Caliente, una región crítica que abarca zonas de Michoacán, Guerrero y el Estado de México. Pobladores reportan la desaparición de al menos 500 jóvenes, muchos de ellos menores de edad.

Zonas rurales: epicentro del reclutamiento

En comunidades rurales como Apatzingán, La Huacana, Gabriel Zamora y Buenavista, los grupos criminales aprovechan la falta de oportunidades. Jóvenes son llevados a fincas aisladas, donde deben realizar trabajos forzados. Muchos son usados para construir cercas, mover armas o preparar alimentos. Las mujeres también son obligadas a participar.

Los pobladores señalan que estos jóvenes no regresan. Las familias viven con miedo y pocas veces denuncian. Las desapariciones ocurren en plena luz del día, y las autoridades no intervienen. El silencio de las víctimas refuerza el control de estos grupos armados.

CJNG y LNFM intensifican captación de jóvenes en Michoacán y Guerrero
CJNG y LNFM intensifican captación de jóvenes en Michoacán y Guerrero

Redes sociales: herramienta de captación masiva

Las redes sociales se han convertido en un medio clave para atraer jóvenes. Cuentas en TikTok y Facebook ofrecen empleos falsos con sueldos altos. Los jóvenes, motivados por la necesidad económica, aceptan sin sospechar.

Después de ser contactados, son trasladados a zonas de difícil acceso. Allí reciben entrenamiento con armas y obedecen órdenes bajo amenaza. Si intentan escapar, enfrentan castigos extremos. Muchos son ejecutados como advertencia a los demás.

Las publicaciones continúan activas, renovándose con nuevas promesas. Familias que han perdido a sus hijos piden a otros que no caigan en la trampa. El peligro crece y no hay respuesta oficial.

Control criminal y desplazamiento forzado

Los grupos delictivos han establecido su propio sistema de control en varias localidades. Imponen reglas, “resuelven” conflictos y deciden sobre la vida comunitaria. Este control debilita aún más la presencia del Estado.

Enfrentando amenazas, muchas familias han huido de la región. Algunos se refugian en ciudades como Ciudad de México, Cuernavaca o Tijuana. Los desplazados no tienen apoyo ni recursos para empezar de nuevo.

Los pobladores claman por la intervención de autoridades. Exigen operativos que frenen el reclutamiento forzado y garanticen el retorno de los jóvenes desaparecidos. El temor se extiende, pero la respuesta gubernamental sigue siendo insuficiente.


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