
El corazón de la Ciudad de México ha sido sacudido por un nuevo caso de feminicidio que ha conmocionado a toda la sociedad. La víctima, María José Castillo Calles, una adolescente de tan solo 17 años, se convirtió en el rostro de la tragedia el pasado 16 de abril cuando fue brutalmente asesinada dentro de su propia casa, en la colonia Coyuya, delegación Iztacalco.
María José, conocida cariñosamente como “Pepe” por su familia, era una estudiante ejemplar del sexto semestre en el Colegio de Bachilleres Plantel 3 Iztacalco. Soñaba con ingresar a la universidad para estudiar Relaciones Comerciales y construir un futuro lleno de oportunidades. Aquel fatídico día, como era costumbre, se encontraba en casa aprovechando las horas de la mañana para realizar sus tareas escolares.
La mañana se tornó en tragedia cuando un agresor desconocido irrumpió en la vivienda de María José, presuntamente con la intención de cometer un abuso sexual. El ataque culminó con el asesinato de la joven, dejando a su familia y a toda la comunidad consternada y en busca de respuestas.
Sin embargo, lo que inicialmente parecía ser un caso aislado de violencia contra las mujeres, pronto reveló dimensiones aún más escalofriantes. La valentía de la madre de María José, quien enfrentó al agresor en el momento de su huida, no solo evitó su escape, sino que también destapó una red de horror y muerte que había permanecido oculta en las sombras.
El presunto agresor, identificado como Miguel “N”, vecino de la familia y ahora acusado de feminicidio, fue rápidamente capturado por los vecinos y entregado a las autoridades. Pero lo que las autoridades encontraron en su vivienda durante la investigación desató el pánico en la comunidad.
Según revelaciones del periodista Carlos Jiménez, en el domicilio de Miguel “N” se encontraron restos humanos que podrían pertenecer a al menos cinco personas, además de evidencias que apuntan a su presunta participación en otros crímenes similares. Entre las víctimas posiblemente vinculadas a este feminicida serial se encuentran Viviana Elizabeth, desaparecida en 2018, y Frida, desaparecida en 2015.
Lo más perturbador es que Miguel “N” llevaba una vida aparentemente normal, trabajando en un laboratorio y participando en actividades sociales y movimientos comunitarios. Graduado como Químico Bacteriólogo Parasitólogo por el Instituto Politécnico Nacional, parecía ser alguien integrado a la sociedad, lo que ha generado aún más incredulidad y miedo en la población.
Durante la audiencia en la que se determinó su vinculación a proceso, Miguel “N” mostró una calma inquietante, según compartió el abogado de la familia de María José. Incluso habría aceptado parte de su responsabilidad en el asesinato de la joven, sumando más interrogantes sobre la verdadera dimensión de sus acciones y su impacto en la comunidad.
Ahora, la justicia tiene la tarea de esclarecer los crímenes y de brindar seguridad a una población que se siente vulnerable y atemorizada. Mientras tanto, Miguel “N” permanecerá en prisión preventiva, y el país observará con atención el desenlace de este caso que ha dejado a todos conmocionados y en busca de respuestas.