La expulsión de Edmundo González Urrutia marca un nuevo capítulo en la persecución de la oposición venezolana, mientras el régimen chavista intensifica la presión sobre su próxima gran amenaza: María Corina Machado.
El régimen de Nicolás Maduro ha dado otro golpe a la oposición venezolana con la reciente expulsión de Edmundo González Urrutia, exdiplomático y candidato presidencial que fue forzado a abandonar el país tras una serie de amenazas y acoso incesante. Este destierro no solo refleja el endurecimiento del gobierno chavista contra cualquier disidencia, sino que deja en evidencia una estrategia que ya ha tenido éxito en el pasado con figuras clave como Leopoldo López y Juan Guaidó: eliminar a los oponentes mediante el exilio forzoso. Ahora, el régimen parece estar preparando el terreno para arremeter contra su mayor amenaza actual, María Corina Machado, la líder opositora y fundadora del partido Vente Venezuela.
Diosdado Cabello, una de las figuras más poderosas del régimen y actual ministro del Interior, aprovechó la salida de González Urrutia para lanzar su habitual retórica sarcástica. “Se fue voluntario, nadie lo obligó”, afirmó, mientras acusaba a los “sectores extremistas” liderados por Machado de ser la verdadera amenaza para el exdiplomático. En un intento por minimizar la gravedad del destierro, Cabello lo contrastó con la longevidad política de Henry Ramos Allup, un veterano dirigente acusado de colaborar en secreto con el gobierno, sugiriendo que no todos los opositores reciben el mismo trato.
Lo que no mencionó Cabello es que González Urrutia fue acorralado hasta el punto de refugiarse durante más de un mes en la embajada de los Países Bajos en Caracas, antes de trasladarse a la sede diplomática española y finalmente salir del país. Las amenazas contra él y su familia fueron tan contundentes que la única salida viable fue el exilio. A pesar de la narrativa oficial que minimiza el acoso, las acciones del gobierno hablan por sí solas.
Un patrón de represión y exilio
El régimen de Maduro ha utilizado el destierro como una herramienta sistemática para eliminar a figuras de la oposición, aplicando una estrategia que recuerda cada vez más a la represión que se vive en Nicaragua bajo Daniel Ortega. Desde el megafraude de las elecciones de julio, donde la maquinaria chavista manipuló resultados para mantenerse en el poder, la persecución de líderes opositores se ha intensificado. Según cifras del Foro Penal, una organización que ofrece asistencia legal a víctimas de la represión, Venezuela tiene actualmente 1.793 presos políticos, la cifra más alta del siglo en América Latina. De ese total, 1.659 personas fueron arrestadas tras los recientes comicios presidenciales.
Entre los encarcelados más destacados figuran el abogado de Machado, Perkins Rocha, secuestrado por agentes de inteligencia el pasado 27 de agosto, junto a líderes políticos como Roland Carreño y Freddy Superlano. A pesar de estas detenciones masivas, figuras políticas como Ramos Allup siguen libres, lo que ha levantado sospechas sobre posibles acuerdos con el régimen.
María Corina Machado: la nueva gran amenaza
Con González Urrutia fuera del panorama político, la atención del régimen se ha centrado en María Corina Machado, la figura opositora que ha desafiado frontalmente a Maduro en los últimos años. Su partido, Vente Venezuela, y los líderes de la coalición que apoyó en las últimas elecciones han sido objeto de una cacería implacable. Cada día es más evidente que el objetivo del chavismo es desmantelar cualquier forma de resistencia organizada. A medida que se acerca la hora de enfrentarse a Machado, la estrategia del gobierno se endurece.
Sin embargo, expulsar a María Corina del país no será tan sencillo. Su liderazgo ha despertado el apoyo de una amplia base ciudadana, y cualquier acción drástica contra ella podría tener repercusiones internacionales mucho más amplias de las que el gobierno de Maduro está dispuesto a enfrentar. El propio Maduro y su círculo más cercano –que incluye a Cabello, el fiscal general Tarek William Saab, los hermanos Rodríguez y figuras militares como el general Vladimir Padrino López– parecen estar sopesando cuidadosamente sus opciones. Su sueño de una “Venezuela a la cubana”, libre de opositores, marcha hacia un punto crítico.
La resistencia continúa
A pesar del miedo constante, la represión y los intentos de silenciarla, Machado sigue siendo una figura clave de la oposición. Su capacidad para resistir la presión del régimen, unida a su astucia política, la ha mantenido como una líder influyente, tanto dentro como fuera de Venezuela. El régimen chavista es consciente de que un intento de encarcelarla o desterrarla podría provocar una condena internacional sin precedentes, pero esto no parece disuadir a Maduro y su círculo de poder.
El futuro de la oposición en Venezuela es incierto, pero lo que queda claro es que el régimen de Maduro no descansará hasta eliminar cualquier desafío real a su autoridad. El destierro de González Urrutia es solo el más reciente ejemplo de una estrategia que ha funcionado eficazmente para el chavismo en los últimos años. Ahora, con María Corina Machado como su próximo objetivo, la pregunta que muchos se hacen es si el gobierno será capaz de sostener su control sobre un país cada vez más desgarrado por la crisis y el autoritarismo.