11 de marzo de 2025
Descubren en Jalisco un rancho donde el CJNG entrenaba y eliminaba reclutas
El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco descubrió en Teuchitlán un rancho usado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) como centro de adiestramiento y exterminio. En el sitio encontraron fosas clandestinas, hornos crematorios y objetos personales de víctimas.
Evidencia del horror
En el predio se hallaron tres fosas clandestinas con restos humanos. También se encontraron más de 200 pares de zapatos, mochilas, ropa y carteras.
Los buscadores identificaron tres hornos crematorios rudimentarios usados para desaparecer cuerpos. Además, se localizaron casquillos de alto calibre, cargadores de armas, esposas metálicas y drogas.
Un centro de entrenamiento criminal
El rancho funcionaba como una “escuelita del terror“, según testimonios de sobrevivientes. Más de 200 reclutas dormían hacinados en un galpón de lámina. El lugar tenía circuitos de entrenamiento físico, un laberinto y áreas de ejecución.
Los sicarios en formación pasaban por un régimen brutal. Eran obligados a memorizar un laberinto y castigos letales se imponían a quienes fallaban en los ejercicios.

Reclutamiento forzado
El CJNG captaba jóvenes de distintos estados a través de ofertas falsas de empleo en redes sociales. Se les prometían puestos como choferes o guardias de seguridad. Al llegar a Guadalajara, los despojaban de sus pertenencias y los trasladaban al rancho.
Un testimonio recabado por la periodista Azucena Uresti describe el proceso: “Hablé con él en la mañana, dijo que ya lo habían contactado del trabajo. Una hora después, su teléfono estaba apagado”.
La ‘carnicería’ y la ‘oficina’
El rancho tenía dos habitaciones clave. “La carnicería” era donde se realizaban ejecuciones y desmembramientos. En “la oficina”, los reclutas recibían instrucciones y cambios de ropa. También se encontró un altar a la Santa Muerte con elementos de santería cubana.
Del “kinder” a la “escuelita”
El entrenamiento se dividía en fases. La primera, llamada “kinder”, consistía en pruebas de resistencia extrema. Quienes sobrevivían eran enviados a zonas de combate en Zacatecas o Michoacán.
Los que pasaban esa etapa iban a la “escuelita del terror”, donde eran entrenados por exmilitares mexicanos y colombianos. Aquí, las armas ya no eran de gotcha, sino municiones congeladas capaces de perforar la piel.

Un ciclo interminable de horror
Según Indira Navarro, líder del colectivo, el rancho operó durante más de tres años. “Se iban unos, llegaban otros. La cantidad de personas calcinadas es incalculable“, afirmó.
Las víctimas eran constantemente reemplazadas. “De 200 reclutas, solo sobrevivían 30“. Según los testimonios, quienes superaban el entrenamiento eran enviados a zonas de guerra sin posibilidad de escape.

Este hallazgo expone la crueldad del CJNG y la urgencia de una respuesta gubernamental ante estos actos inhumanos.
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