Los cubanos sufren apagones de hasta cuatro días, falta de agua y alimentos en mal estado, mientras crecen las protestas en las calles y la desesperación ante la falta de soluciones.
En medio de una severa crisis energética que golpea a la población cubana, los apagones prolongados y la escasez de servicios básicos como el agua potable han desencadenado una oleada de protestas en varias regiones del país. “Tengo 74 años, nunca había visto algo así”, comenta Rosa Rodríguez, una de las tantas afectadas, que lleva cuatro días sin electricidad.
Las fallas en la planta Antonio Guiteras, que provocaron el colapso del sistema eléctrico desde el viernes, no son un caso aislado. En un país ya acostumbrado a los cortes de luz, este apagón generalizado ha sido uno de los más graves desde 2022, cuando el huracán Ian afectó severamente la infraestructura eléctrica de la isla. Sin embargo, en esta ocasión, las fallas parecen extenderse más allá de una simple cuestión técnica, revelando las profundas carencias en la red energética de la nación.
A medida que los apagones se prolongaban hasta su tercer día, muchos cubanos esperaban con angustia la restauración de los servicios. La situación se complicó aún más con la llegada del huracán Oscar, que azotó la costa oriental de Cuba con fuertes vientos y lluvias intensas. Oscar se debilitó a tormenta tropical poco después, pero no sin antes dañar áreas clave en la generación de energía, afectando las centrales eléctricas de Felton y Renté, ubicadas en las provincias de Holguín y Santiago de Cuba.
Protestas y descontento generalizado
Las manifestaciones no tardaron en aparecer. En varias ciudades, los ciudadanos bloquearon las calles con basura y protagonizaron cacerolazos en señal de protesta. En La Habana, los barrios más afectados por la falta de electricidad se han sumido en la oscuridad durante días, lo que ha agravado aún más la situación. La falta de electricidad ha interrumpido el servicio de agua, ya que las bombas que abastecen a la capital cubana dependen de la energía eléctrica.
El descontento social crece de la mano de la desesperación. Ylenis de la Caridad Nápoles, madre de una niña de 7 años, expresó entre lágrimas la angustia que está viviendo: “Es una desesperación, cuatro días sin electricidad es un abuso, sobre todo para los niños. ¿Cómo nos mantenemos sin agua y sin comida?”. La situación ha llevado a muchas familias a cocinar con estufas improvisadas en la calle, intentando salvar lo poco que queda en los refrigeradores antes de que los alimentos se echen a perder.
Respuesta oficial y esfuerzos internacionales
Vicente de la O Levy, ministro de Energía de Cuba, declaró que la red eléctrica podría recuperarse entre el lunes y el martes. Sin embargo, advirtió que los efectos de Oscar, sumados a las fallas en las centrales termoeléctricas, han complicado los trabajos de reparación. Además, mencionó que varios países, entre ellos México, Colombia, Venezuela y Rusia, han ofrecido ayuda para aliviar la situación.
A pesar de los esfuerzos del gobierno por controlar la situación, el suministro energético continúa siendo insuficiente. El sistema eléctrico de la isla, que requiere habitualmente 3 gigavatios de energía, solo estaba produciendo 370 megavatios el sábado, muy por debajo de las necesidades del país. La falta de mantenimiento adecuado en las plantas termoeléctricas y la escasez de combustible han agravado las condiciones de colapso.
Impacto social y económico
El apagón ha afectado severamente la vida cotidiana de los cubanos. En algunas áreas, las panaderías que lograron reabrir el domingo enfrentaron largas colas de personas desesperadas por conseguir algo de comida. Para muchos, el acceso a productos básicos como el pan se ha vuelto una odisea. “Tenemos millones de problemas y ninguno se ha solucionado”, expresó Rosa Rodríguez mientras esperaba en una fila. La falta de servicios y la precariedad en la distribución de alimentos han empeorado con la crisis energética.
Además, las autoridades han implementado medidas de emergencia para intentar reducir la demanda de electricidad. Esto incluye la suspensión de las clases escolares y universitarias, el cierre de algunos centros de trabajo estatales y la cancelación de servicios no esenciales. Sin embargo, los problemas persisten, y los cortes de energía han continuado en diferentes regiones de la isla.
La situación ha llegado a tal punto que incluso sectores del gobierno admiten que, a pesar de los intentos por restablecer el suministro eléctrico, el colapso del viernes se ha convertido en uno de los más masivos que haya enfrentado Cuba en los últimos años. Los apagones prolongados están alimentando un creciente malestar social que amenaza con desbordarse si no se encuentra una solución rápida y efectiva.
Perspectivas a corto plazo
El panorama en Cuba sigue siendo incierto. La recuperación de la red eléctrica depende, en gran medida, de la capacidad de las autoridades para solucionar las averías en las centrales eléctricas más importantes y del apoyo internacional que puedan recibir en los próximos días. Mientras tanto, la población sigue luchando por sobrellevar los efectos devastadores de un sistema en colapso, en medio de un clima de creciente descontento y protesta.