La devastación ha afectado a varios estados del sureste, destruyendo infraestructuras clave y dejando sin electricidad a millones. Las autoridades continúan buscando supervivientes mientras los daños se evalúan en miles de millones.
El saldo mortal del huracán Helene, que azotó el sureste de Estados Unidos esta semana, ha aumentado a 93 víctimas confirmadas, informaron autoridades locales este domingo. Carolina del Norte es uno de los estados más afectados, con 37 muertos, de los cuales 30 fueron reportados solo en el condado de Buncombe, una de las zonas más devastadas.
El poderoso ciclón impactó en los estados de Florida, Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Tennessee y Virginia, causando una destrucción masiva. El huracán, catalogado como uno de los más destructivos en la historia reciente del país, dejó tras de sí carreteras intransitables, viviendas destruidas y a millones de personas sin electricidad.
El sheriff de Buncombe, Quentin Miller, informó que las operaciones de rescate continúan, aunque se teme que el número de fallecidos podría aumentar conforme se llevan a cabo nuevas búsquedas. “Seguimos llevando a cabo operaciones de búsqueda y rescate, y sabemos que también pueden convertirse en recuperaciones (de cuerpos)”, declaró Miller en una conferencia de prensa.
Daños a la infraestructura y el impacto económico
El huracán Helene ha devastado la infraestructura crítica de las áreas afectadas. Los sistemas de agua potable, comunicaciones y rutas de transporte han quedado destruidos o gravemente dañados, según informes de las autoridades locales y estatales. La magnitud de las pérdidas económicas es igualmente alarmante. Se estima que los daños materiales podrían alcanzar entre 15.000 millones y más de 100.000 millones de dólares, de acuerdo con aseguradoras y expertos en meteorología.
En varias localidades costeras del Golfo de Florida, como Horseshoe Beach y Spring Warrior Fish Camp, las comunidades enfrentan la destrucción total de viviendas y negocios. Estas áreas, que han resistido otros huracanes en el pasado, han sido arrasadas por marejadas ciclónicas de hasta 4,5 metros, que han desplazado casas móviles y destrozado infraestructuras que llevaban décadas en pie.
Rescate y recuperación: el desafío inmediato
Los equipos de emergencia y rescate, procedentes de 19 estados, junto con el gobierno federal, han sido desplegados en las zonas más afectadas. En Carolina del Norte, donde se registró el mayor número de muertos, las autoridades han solicitado ayuda urgente para la provisión de alimentos y agua potable, especialmente en las áreas más aisladas. Las inundaciones han dificultado el acceso de los equipos de rescate y muchas carreteras podrían tardar meses en ser reparadas.
En Flat Rock, Carolina del Norte, los residentes locales han enfrentado largas filas para conseguir gasolina, ya que los apagones y la falta de señal telefónica han colapsado la vida cotidiana. Alrededor de 2,7 millones de personas en toda la región afectada permanecen sin electricidad, según datos del Departamento de Energía.
En otros estados, la situación es igualmente grave. En Georgia se han registrado 17 muertes, mientras que en Carolina del Sur, las autoridades confirmaron la muerte de 25 personas. En Tennessee y Virginia, aunque los números de víctimas son más bajos, las comunidades están sufriendo daños severos y el acceso a ayuda humanitaria ha sido limitado.
Reacción del gobierno y visitas presidenciales
El presidente Joe Biden ha declarado desastres mayores en los estados de Florida y Carolina del Norte, y ha emitido emergencias en Tennessee, Georgia, Carolina del Sur, Virginia y Alabama, para acelerar la entrega de ayuda federal. La Casa Blanca informó que el presidente visitará esta semana las áreas afectadas para evaluar personalmente los daños y coordinar los esfuerzos de recuperación. “Las imágenes que hemos visto son devastadoras”, dijo Biden, expresando su compromiso de ayudar a los damnificados.
El expresidente y candidato republicano Donald Trump también visitará Valdosta, Georgia, para verificar la situación de primera mano y coordinar la distribución de suministros de emergencia.
Comunidades devastadas: testimonios de residentes
En Horseshoe Beach, Charlene Huggins, residente desde hace varias generaciones, contó entre lágrimas cómo su hogar, que había pertenecido a su familia durante cinco generaciones, quedó completamente destruido por el huracán. “No queda nada, solo escombros. Es devastador ver cómo todo lo que conocías desaparece en un instante”, comentó Huggins.
En Spring Warrior Fish Camp, David Hall, junto con su esposa, estaba intentando recuperar lo poco que quedaba de su negocio. “Todo está bajo el agua, lo único que pudimos salvar fue parte de la oficina. Es como si el mar lo hubiera reclamado todo”, relató Hall.
Estas historias reflejan el profundo impacto que el huracán Helene ha tenido en las comunidades locales, muchas de las cuales habían sobrevivido a tormentas anteriores pero que ahora enfrentan una devastación sin precedentes. A medida que avanza el proceso de rescate, la prioridad para los habitantes es la reconstrucción de sus hogares y comunidades, un proceso que, según los expertos, podría tardar meses o incluso años.