La tormenta Helene devastó la comunidad de Swannanoa, donde residentes luchan por agua, comida y un futuro incierto tras la completa destrucción de sus hogares y negocios. El esfuerzo solidario es crucial.
Las vidas de los habitantes de Swannanoa, un pequeño y pintoresco pueblo de montaña en Carolina del Norte, se detuvieron abruptamente este domingo tras el paso de la tormenta Helene, que arrasó la zona, dejando tras de sí una destrucción total. El paisaje familiar de calles y viviendas desapareció bajo el barro y los escombros. Mientras el olor a lodo impregnaba el aire, la comunidad se unió, en un acto de resiliencia, para asistir a los damnificados con alimentos, agua y abrigo.
La tormenta, que golpeó con furia el oeste de Carolina del Norte desde el viernes, dejó un saldo devastador. Las casas fueron arrancadas de sus cimientos, automóviles arrastrados hasta las copas de los árboles, y carreteras cubiertas por una capa espesa de lodo que aisló por completo a los residentes. Las misiones de rescate comenzaron de inmediato, pero la magnitud del desastre dificultó la llegada de la ayuda a muchos hogares atrapados.
Este domingo, el pueblo, aún inmovilizado por los daños, mostró su espíritu combativo al transformar su iglesia bautista en una estación de ayuda. Jeff y Melody Dowdy, pastores locales, junto a la Cruz Roja, dirigieron los esfuerzos de socorro. En el estacionamiento de la iglesia, se repartieron botellas de agua y sándwiches de mantequilla de maní a las familias que, finalmente, lograban escapar de la zona afectada.
“Esta no es una mañana de domingo típica”, señaló Jeff Dowdy, de 48 años, mientras se aseguraba de que ningún vecino se quedara sin comer. “Pero esto también es ministerio”. Su esposa, Melody, de 46 años, reafirmaba: “Vamos a ser un faro aquí arriba”.
Las escenas de destrucción eran estremecedoras. T.J. Whitt, un residente que vio su casa deslizarse por la montaña con su familia adentro, sobrevivió por milagro. “Lo perdimos todo, pero logramos salir con lo más importante: nuestras vidas”, narró mientras asaba hamburguesas para alimentar a sus vecinos. “Gracias a Dios estábamos en la montaña”, agregó, consciente de que muchos no corrieron la misma suerte.
La tragedia no solo destrozó hogares, sino también la vida cotidiana. Las tiendas de comestibles y negocios locales, esenciales para la economía del pueblo, quedaron sepultados o barridos por el río Swannanoa. La compañía Pisgah Brewing, uno de los puntos de referencia de la comunidad, se convirtió en un improvisado centro de distribución de agua. Residentes como Joe Dancy y Jenna Shaw, que escaparon con sus mascotas de la creciente inundación, regresaron a su casa solo para encontrarla llena de barro. Sin embargo, se mostraron agradecidos por estar vivos. “Toda nuestra vida estaba aquí”, señaló Shaw, de 29 años. “No será lo mismo por años, pero estamos listos para reconstruir”.
A medida que avanzaba el día, la desesperación por la falta de suministros crecía. Algunos lugareños se dirigieron a un camión accidentado cargado con agua embotellada, desbordando en su esfuerzo por obtener lo básico para sobrevivir hasta que la policía los dispersó.
El dolor de ver desaparecer todo era compartido por muchos. Austin Decerbo, de 28 años, observaba el lugar donde su hogar de la infancia había sido arrasado por las aguas. “Vi cómo se la llevaba la corriente… Todo lo que quedaba era el río”, relató.
En medio de la incertidumbre y la tragedia, el sentido de comunidad en Swannanoa destacó como el motor que permitió a los sobrevivientes comenzar a recoger los pedazos de sus vidas. El pueblo, descrito por sus residentes como un lugar tranquilo y modesto, quedó completamente borrado, según testigos como Mike Hollie, de 62 años. “Todos estos lugares se han ido”, afirmaba mirando el río que ahora ocupaba el espacio de lo que antes eran hogares.
Sin electricidad, agua potable o una visión clara de lo que traerá el futuro, los residentes de Swannanoa enfrentan días y semanas de ardua reconstrucción. Aunque las autoridades aún buscan a personas desaparecidas y tratan de restablecer el acceso a las zonas más afectadas, queda claro que el camino hacia la recuperación será largo.
“Helene nos ha borrado por completo y en su totalidad”, resumía Hollie. Pero mientras haya manos que den y corazones dispuestos a ayudar, Swannanoa demostrará que su espíritu no puede ser arrasado por ninguna tormenta.